Bitácora 25/03/2016, llegada a Salvador de Bahía.
Ver el amanecer junto con el skyline de la ciudad, es algo sorprendente y te puedes Quedar mirándolo horas. Venimos navegando desde Vitoria sin parar, y llevamos casi cuatro días enteros. Se agradece de vez en cuando tocar tierra firme, deleitarte con la gastronomía local, recorrer sus calles y escondrijos más recónditos y perderte en definitiva por los sitios, no como un turista si no como un local. Cuando llegamos a la Bahía Marina, salen a recibirnos en una embarcación auxiliar y nos acompañan a donde está la gasolinera. Después de repostar, nos guían hasta nuestro amarre, pero algo falla, nos estamos acercando peligrosamente a la orilla y les hemos dicho por activa y por pasiva que nuestro calado es de 2,20. Por precaución quitamos motor, vamos solo con inercia y la sonda bajando hasta los 3,1 m. Les avisamos que no está yendo la cosa bien y siguen insistiendo que hay agua, y sin acabar la frase, chocamos con la quilla en algo, duro, pero que por suerte no nos varamos ni tenemos un percance grande. Panda de ineptos. Como se nota que casi toda la gente que trabaja en los puertos, no navegan ni saben las complicaciones que lleva amarrar en puerto, más si cabe con la diferencia tan brutal de mareas que existe en la zona, que pueden variar hasta en dos metros de altura. Por fin, nos cambian a un sitio con agua de sobra y nos dedicamos a endulzar el barco y llenar los tanques de agua, siempre buscándonos la vida, ya que cada puerto, elige un sistema de conexión de manguera que de normal no existe en el mercado y encima ni tienen para prestarte ni para comprar. En fin, una odisea que con ingenio lo solucionamos. Directos a la ducha y nos vamos a recorrer la población. Con un calor insoportable nos metemos en uno de los restaurantes de la zona del casco histórico y comprobamos de primera mano lo que nos habían comentado de los habitantes de Salvador, los bahianos, que son muy perezosos y no les gusta trabajar. Y lo corroboramos en tan solo 2 minutos. Luego regresamos otra vez en taxi a la marina, que aunque tan solo hay unos trescientos metros, nos aconsejan pasar ese camino en taxi, por nuestra integridad física al estar rodeada de varias favelas. Dentro del velero y con el aire acondicionado en marcha para estar a una temperatura agradable, pasamos la tarde jugando hasta que nos cambiamos y vamos a conocer la noche de Bahía. Al ser Viernes santo, la Ciudad está un poco vacía y nos metemos en alguno de los pocos sitios donde hay gente, Y música en vivo y a las 02:00, nos vamos al barco, estamos rotos. Sed buenos y propicios vientos tengáis.
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AuthorOscar Lopez, adventurer spanish sailing around the world. Economist, Aircraft pilot, sailor, rallys, biker, diver, 4x4, rider, skier, runner. I love to discover new places and interest people. Now writing 2 books. Archives
Noviembre 2017
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